Presentación

La revista literaria "Boliche" fue creada por tres estudiantes de Literatura de la PUCP. Sus nombres son Bruno Nassi Peric', Jesús Salazar Paiva y Rashell Díaz Castillo, quienes ahora le dan la bienvenida a equipo a Natalia Ríos Subiria, también estudiante de Literatura en la misma casa de estudios.
Este proyecto tiene como fin el difundir la literatura tanto de forma crítica, como en manera creativa. Por lo que se espera combinar trabajos de personas especializadas en la materia, como personas que aún se están abriendo paso, ya sean estudiantes de la especialidad o no.
Es así que los invitamos a participar en nuestros siguientes números enviándonos sus trabajos a :
gdil.boliche@gmail.com

martes, 5 de enero de 2010

No viejecita, pero sí encantadora

La imagen es la de una viejecita tendida, agonizante, en su lecho. La única compañía que tiene en su habitación a la que no llega la luz solar, son algunos objetos empolvados. Entre ellos, abandonados a su suerte, algunos libros de tapa gruesa, de hojas amarillentas; por ahí, alguna pluma fuente, una máquina de escribir con las teclas desgastadas, manuscritos con las hojas arrugadas... Y en la cama, no menos desamparada y triste, la anciana mira inmóvil, ya sin emoción, sus antes preciosos objetos. Se recuerda a sí misma joven, bella, codiciada por muchos, conocida por todos. Pero esos fueron otros tiempos, otros aires.
No muy lejos del dormitorio de la anciana, en un pequeño departamento, una joven pareja permanece inerte. Sus vidas están detenidas frente a una caja que emite, sin cansarse, miles de imágenes simultáneas. Lo único que tiene vida en ese habitáculo es un pequeño dispositivo que sirve para cambiar las imágenes de la caja. En determinado momento, una de las escenas que el cuadrado artefacto transmite es la de una viejecita que se haya en nostálgica agonía en una habitación empolvada, rodeada de objetos. Por fin, tras tensos minutos de suplicio, la mujer muere. La imagen se vuelve negra por unos segundos hasta que unas letras blancas irrumpen: “Así, tras siglos de existencia, de respetada e indiscutible presencia, murió doña Literatura. Nadie supo nunca cuándo nació, solo se sabe que murió víctima de un cáncer audiovisual que la consumió sin que ya nadie pudiese socorrerla”.

Así de dramática, de apocalíptica... de audiovisual es, según los tiempos contemporáneos, la situación de la literatura. Y es que, se dice, la literatura ya pasó de moda, como los pantalones acampanados, ya no se usa. Ella ya no está in, ya fue, ahora lo que es, es lo audiovisual, lo que no demanda ejercer la razón. No pensar, esa es la premisa. Los tiempos actuales exigen actuar, no pensar. Se gana dinero haciendo, no razonando. Son los tiempos del qué y no del quién. La “vieja” literatura, pues, no calza dentro de la vorágine de estupidización masiva. Ella, por el contrario, invita al peligroso ejercicio de pensar, de cuestionar; ella se detiene en el despreciado quién.
Es por todo ello que hoy, algunas voces entusiastas, cansadas de tanto pensar, proclaman la muerte de la literatura. Los dueños de aquellas, extasiados por la tecnología, ven como una pieza vetusta al ejercicio de las letras. Aceptan, sin más, el mundo en el que les ha tocado vivir y, creen, la felicidad aguarda todas las noches en la teleserie de moda. Ante tal escenario, irónicamente, la literatura es un accesorio banal, sin mayor trascendencia para la apresurada vida moderna.
Pero, por más que chillen, aquellos orgullosos de la estupidez contemporánea, se equivocan. Aunque golpeada, la literatura sigue vigente, sigue siendo una actividad vital que genera muchas emociones. La literatura, a diferencia de la imagen que dan los medios, no es una anciana moribunda; ella sigue siendo un ser vivo y jovial.

BRUNO NASSI

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